La noche de San Antonio transforma Lisboa en una gran verbena, iluminada por los farolillos y coloreada con guirnaldas de papel que cruzan las calles de la ciudad antigua. La música popular y un ligero olor a sardinas asadas nos conduce por las callejuelas de los barrios típicos. Con la luna, llega la fiesta. Las oraciones esperan a que venga la mañana.
En uno de los claveles que adornan los manjericos de San Antonio en Lisboa se puede leer: «Manjerico que te han dado / Amor que te quieren dar... / Recibiste el manjerico / El amor tendrá que esperar». Esta quadra del poeta portugués Fernando Pessoa no es más que un ejemplo de las tradiciones revividas, cada año, en la fiesta más importante de la ciudad: el día de San Antonio que, con San Juan y San Pedro, forma la triade de los Santos Populares en Portugal.
La madrugada del 12 al 13 de junio, Lisboa se viste de fiesta para recordar a su santo más querido, porque aunque le dicen de Pádua, el monje franciscano nació en Lisboa y aún sin ser el patrón de la ciudad (es San Vicente), para la mayoría de los «alfacinhas» San Antonio es el único santo de su devoción.
Las novias y el Santo
El carácter casamentero de San Antonio hace que muchas personas busquen su refugio para solucionar los problemas del matrimonio o para encontrar marido o esposa. Para echarle una mano al fraile, el Ayuntamiento organiza Las Novias de San Antonio. Es una boda, se casan 16 ó 17 parejas a la vez, en la Iglesia de San Antonio. Los novios tienen todos los gastos pagados trajes, alianzas, fiesta y luna de miel y reciben regalos de las empresas patrocinadoras. Es una tradición antoniana que estuvo olvidada muchos años y se retomó en 1997.
San Antonio nació en Lisboa, no se sabe si en 1192 ó 1193, en la misma casa donde hoy está su iglesia y le bautizaron Fernando. Se hizo fraile a los 15 años y fue ordenado sacerdote a los 20, estando ya en Santa Cruz. Según la leyenda, el primer milagro lo hizo mientras estudiaba en el colegio de la Seo: para alejar al diablo que le atormentaba esculpió una cruz en la pared de la catedral.
Su capacidad más popular es unir a las parejas, pero también es milagrero, librador de tentaciones y restituidor de objetos perdidos. Todo se reza en su responso: «Si buscas milagros, mira: / Muerte y error desterrados, / Miseria y demonio huidos, / Leprosos y enfermos sanos. / El mar sosiega su ira, / Redímense encarcelados, / Miembros y bienes perdidos / Recobran mozos y ancianos».
El segundo milagro lo hizo al librar a su padre de la horca. Pero el más famoso es el Sermón a los Peces. La leyenda dice que estaba pregonando a los herejes en Rímini (Italia) y éstos no quisieron oírle y le dieron la espalda. San Antonio, sin perder la esperanza, se acercó a la orilla donde el río encuentra al mar y clamó a los peces que le escucharan. Se dio el milagro: multitud de peces nadaron hacia él y sacaron la cabeza del agua en actitud comprensiva.
Aunque son sólo dos ejemplos, su taumaturgia hace que en algunos libros, como en «Florecillas de San Antonio», se cuente un milagro para cada día del año.
En uno de los claveles que adornan los manjericos de San Antonio en Lisboa se puede leer: «Manjerico que te han dado / Amor que te quieren dar... / Recibiste el manjerico / El amor tendrá que esperar». Esta quadra del poeta portugués Fernando Pessoa no es más que un ejemplo de las tradiciones revividas, cada año, en la fiesta más importante de la ciudad: el día de San Antonio que, con San Juan y San Pedro, forma la triade de los Santos Populares en Portugal.
La madrugada del 12 al 13 de junio, Lisboa se viste de fiesta para recordar a su santo más querido, porque aunque le dicen de Pádua, el monje franciscano nació en Lisboa y aún sin ser el patrón de la ciudad (es San Vicente), para la mayoría de los «alfacinhas» San Antonio es el único santo de su devoción.
Las novias y el Santo
El carácter casamentero de San Antonio hace que muchas personas busquen su refugio para solucionar los problemas del matrimonio o para encontrar marido o esposa. Para echarle una mano al fraile, el Ayuntamiento organiza Las Novias de San Antonio. Es una boda, se casan 16 ó 17 parejas a la vez, en la Iglesia de San Antonio. Los novios tienen todos los gastos pagados trajes, alianzas, fiesta y luna de miel y reciben regalos de las empresas patrocinadoras. Es una tradición antoniana que estuvo olvidada muchos años y se retomó en 1997.
San Antonio nació en Lisboa, no se sabe si en 1192 ó 1193, en la misma casa donde hoy está su iglesia y le bautizaron Fernando. Se hizo fraile a los 15 años y fue ordenado sacerdote a los 20, estando ya en Santa Cruz. Según la leyenda, el primer milagro lo hizo mientras estudiaba en el colegio de la Seo: para alejar al diablo que le atormentaba esculpió una cruz en la pared de la catedral.
Su capacidad más popular es unir a las parejas, pero también es milagrero, librador de tentaciones y restituidor de objetos perdidos. Todo se reza en su responso: «Si buscas milagros, mira: / Muerte y error desterrados, / Miseria y demonio huidos, / Leprosos y enfermos sanos. / El mar sosiega su ira, / Redímense encarcelados, / Miembros y bienes perdidos / Recobran mozos y ancianos».
El segundo milagro lo hizo al librar a su padre de la horca. Pero el más famoso es el Sermón a los Peces. La leyenda dice que estaba pregonando a los herejes en Rímini (Italia) y éstos no quisieron oírle y le dieron la espalda. San Antonio, sin perder la esperanza, se acercó a la orilla donde el río encuentra al mar y clamó a los peces que le escucharan. Se dio el milagro: multitud de peces nadaron hacia él y sacaron la cabeza del agua en actitud comprensiva.
Aunque son sólo dos ejemplos, su taumaturgia hace que en algunos libros, como en «Florecillas de San Antonio», se cuente un milagro para cada día del año.