"Érase una vez un gitano que debía a otro gitano quinientas piastras, y mientras el acreedor estaba fuera, de viaje, el deudor murió y no pudo pagar su deuda y cuando el acreedor llegó a su casa y se enteró de que el deudor había muerto sin pagarle, preguntó dónde estaba su tumba, tomó ,una vara y se puso a golpear la lápida.
Un vendedor ambulante gitano pasó por allí y le preguntó por qué estaba golpeando la tumba.
- Estoy dando golpes en la tumba de este hombre porque me debía quinientas piastras.
- Pues no golpees más - dijo el vendedor -, y toma las quinientas piastras.
El vendedor sacó eL dinero, se lo dio, y el acreedor se fue a su casa. Entonces el gitano muerto salió de su tumba, fue a buscar al vendedor que había pagado su deuda y, sin explicarle quién era, le dijo:
- Eres una buena persona; vayamos a trabajar juntos a la ciudad, y ganaremos mucho dinero.
El vendedor asintió, y los dos abrieron una carnicería en la ciudad. El vampiro gitano siempre vendía la carne y sólo se quedaba con el hígado, porque a los vampiros les encanta el hígado.
En esa ciudad vivía un pachá que tenía una hija. La muchacha se había casado varias veces, pero todos sus maridos habían muerto en la noche de bodas.
- Ve a cortejar a la hija del pachá para que sea tu esposa - le dijo el vampiro a su socio.
Pero el socio, que sabía lo que les había ocurrido a los otros maridos, respondió que no se atrevía, porque tenía miedo de que le pasase lo mismo que a 1os otros pretendientes.
- No temas - dijo el vampiro. Haré que sea tuya, y no te ocurrirá nada.
El vampiro fue a convencer a la muchacha de que se casase con su amigo, y cuando lo logró, le dijo a su socio:
- La primera noche no te acuestes con ella bajo ningún concepto; quédate en la puerta y dile que se te han olvidado las llaves de la tienda y qué tienes que volver a buscarlas: Enciérrala y pasa la noche solo.
Celebraron la boda, y por la noche el gitano hizo exactamente lo que le había dicho el vampiro y no le pasó nada. Al día siguiente, los dos gitanos llevaron a la chica a la ciudad de donde procedía su marido. A mitad de camino se sentaron bajo un olmo a descansar, a liquidar su sociedad y a repartirse el dinero que habían obtenido con su negocio. Cuando terminaron, el vampiro dijo:
- Esta doncella también la hemos ganado entre los dos, así que debemos repartírnosla.
La ataron al olmo y se alejaron veinte pasos; sacaron su cuchillo y se lo lanzaron a la muchacha, al tiempo que gritaban:
-¡Echa lo que tienes en el corazón!
La muchacha tenía tanto miedo que vomitó una serpiente. El vampiro cortó la serpiente en pedazos y le dijo a su socio:
- Yo ya tengo mi parte; ahora la doncella es tuya.
Y se marchó. Cuando el vampiro llegó a su tumba, dijo:
- Éste es mi hogar. ¡Que tengáis un buen viaje!
La pareja se puso a llorar, pero el vampiro les dijo:
- Yo pertenezco al otro mundo; sólo he venido tres días para corresponder a la amabilidad de un hombre que pagó una deuda en mi lugar.
Entregó a su socio su parte del dinero que habían ganado, le explicó quien era y desapareció."
Un vendedor ambulante gitano pasó por allí y le preguntó por qué estaba golpeando la tumba.
- Estoy dando golpes en la tumba de este hombre porque me debía quinientas piastras.
- Pues no golpees más - dijo el vendedor -, y toma las quinientas piastras.
El vendedor sacó eL dinero, se lo dio, y el acreedor se fue a su casa. Entonces el gitano muerto salió de su tumba, fue a buscar al vendedor que había pagado su deuda y, sin explicarle quién era, le dijo:
- Eres una buena persona; vayamos a trabajar juntos a la ciudad, y ganaremos mucho dinero.
El vendedor asintió, y los dos abrieron una carnicería en la ciudad. El vampiro gitano siempre vendía la carne y sólo se quedaba con el hígado, porque a los vampiros les encanta el hígado.
En esa ciudad vivía un pachá que tenía una hija. La muchacha se había casado varias veces, pero todos sus maridos habían muerto en la noche de bodas.
- Ve a cortejar a la hija del pachá para que sea tu esposa - le dijo el vampiro a su socio.
Pero el socio, que sabía lo que les había ocurrido a los otros maridos, respondió que no se atrevía, porque tenía miedo de que le pasase lo mismo que a 1os otros pretendientes.
- No temas - dijo el vampiro. Haré que sea tuya, y no te ocurrirá nada.
El vampiro fue a convencer a la muchacha de que se casase con su amigo, y cuando lo logró, le dijo a su socio:
- La primera noche no te acuestes con ella bajo ningún concepto; quédate en la puerta y dile que se te han olvidado las llaves de la tienda y qué tienes que volver a buscarlas: Enciérrala y pasa la noche solo.
Celebraron la boda, y por la noche el gitano hizo exactamente lo que le había dicho el vampiro y no le pasó nada. Al día siguiente, los dos gitanos llevaron a la chica a la ciudad de donde procedía su marido. A mitad de camino se sentaron bajo un olmo a descansar, a liquidar su sociedad y a repartirse el dinero que habían obtenido con su negocio. Cuando terminaron, el vampiro dijo:
- Esta doncella también la hemos ganado entre los dos, así que debemos repartírnosla.
La ataron al olmo y se alejaron veinte pasos; sacaron su cuchillo y se lo lanzaron a la muchacha, al tiempo que gritaban:
-¡Echa lo que tienes en el corazón!
La muchacha tenía tanto miedo que vomitó una serpiente. El vampiro cortó la serpiente en pedazos y le dijo a su socio:
- Yo ya tengo mi parte; ahora la doncella es tuya.
Y se marchó. Cuando el vampiro llegó a su tumba, dijo:
- Éste es mi hogar. ¡Que tengáis un buen viaje!
La pareja se puso a llorar, pero el vampiro les dijo:
- Yo pertenezco al otro mundo; sólo he venido tres días para corresponder a la amabilidad de un hombre que pagó una deuda en mi lugar.
Entregó a su socio su parte del dinero que habían ganado, le explicó quien era y desapareció."
Pedro Parcet http://cuentosgitanos.blogspot.com/